No soy historiador ni investigador de ninguna universidad. No tengo currículum. No tengo formación académica ni nada que avale lo que pueda decir sobre la Semana Santa de Lorca. Pero habiendo escuchado un relato completamente inaudito que la vincula con nuestro pasado de frontera (relato que al igual que yo carece de ningún tipo de rigor científico), me he animado a ofrecer otra versión, por si a alguien pudiese interesar. Soy consciente de que es una especie de lucha de David contra Goliat, ya que mis palabras no pueden tener repercusión, dado que no siendo nadie, no cuento con la bendición ni cobertura de los medios de comunicación.
La Semana Santa de Lorca no tiene ninguna vinculación con la Frontera ni la época medieval. Lo que hoy conocemos como “Desfiles Bíblico Pasionales” son la evolución en el tiempo de lo que los investigadores e historiadores de verdad denominan “Procesiones BíblicoSimbólicas”, aquellas que la Iglesia, en colaboración con la burguesía urbana implantó, desde mediados del siglo XIX, y en tiempos de la Restauración Borbónica, en muchas localidades españolas. Eran parte de una nueva campaña evangelizadora dirigida a las clases populares (trabajadores del campo en zonas agrícolas y proletariado urbano en las ciudades), con elevados índices de analfabetismo que alcanzaba, como en el caso de Lorca, el 90%. Parte de la estrategia que desarrollaron recurría a antiguas fórmulas de religiosidad popular que se habían demostrado efectivas en el pasado.
Por eso se revitalizan las procesiones de Semana Santa, para las que se rescatan algunos elementos del ceremonial pasional barroco (imaginería, bordados, música, centurias romanas…), pero dotándolos de un contenido doctrinal basado en la tipología bíblica con figuras del Antiguo Testamento y una puesta en escena propia de la dramaturgia en escenarios áulicos (las calles y plazas más nobles y emblemáticas de las ciudades). Piquetes de caballería abriendo los desfiles (generalmente de las fuerzas del orden, pero también con indumentaria romana); niños interpretando figuras bíblicas con sus propios trajes y mucho interés en cuanto al orden y disciplina de los desfiles son otras de las notas características de las Procesiones Bíblico-Simbólicas. Imaginemos en una ciudad como era Lorca entonces lo atractivo que un cortejo así podía resultar. No es de extrañar que haya autores que hablen de “religiónespectáculo”
De su organización se encargaron grupos de “notables” locales encuadrados en nuevos
pasos de nazarenos que proliferaron al calor del catolicismo militante (el asociacionismo
religioso fue ampliamente estimulado en la época), y que frecuentemente suponían la
refundación o actualización de otros más antiguos (ambos tipos se dieron en Lorca).
Mayoritariamente tenían advocaciones marianas (el caso de Lorca es paradigmático), o en menor medida de Nazarenos.
Incluso algo tan particularmente lorquino como la rivalidad está acreditada en otras
Semanas Santas; he ahí las cofradías semi comunales (según la taxonomía establecida por Moreno Navarro al estudiar las andaluzas), aquellas que dividen la localidad en dos bandos. Es sabido que la Frontera, y con ella la rivalidad entre Moros y Cristianos, anduvo mucho, y en todos sitios fue dejando “reminiscencias” (¿De dónde viene si no la rivalidad entre el Betis y el Sevilla?).
Espero que citar autores no me haga parecer pretencioso, sino que se interprete como
lo que es: falta de originalidad. Dado que no se de esto, me dedico a contar lo que he leído a otros sobre la Iglesia en España durante los siglos XVIII y XIX (en libros como los de Callaham y Revuelta); o los de de Viñao Frago o Labarga García en materia de adoctrinamiento y catequesis durante esas dos centurias; también los estudios de De Vicente Carmona referentes a la religiosidad popular, y de Rico Callado en torno a la religión espectáculo; y los de Andrés Gallego sobre cofradías y hermandades contemporáneas; los de Aranda Ruíz describiendo el modelo de Procesiones Bíblico-Simbólicas; los de Rincón García o los de Luque-Romero y Cobos Ruíz de Adama analizando la presencia de figuras bíblicas en las procesiones de Semana Santa. Son lecturas que gustarían a cualquier interesado en la Semana Santa de Lorca, y en mi modesta opinión, pueden ser un buen complemento a la “lectura rápida de libros de historiadores de la ciudad”.
En cuanto a que el esplendor del bordado es el auténtico hecho diferencial de la Semana
Santa de Lorca, no puedo estar más de acuerdo. No así en la influencia que tuvo aquí el manto de “las Mallorquinas”, como eran conocidas en Madrid las autoras del regalado por Isabel II a la Virgen de las Huertas… y a un sinfín de patronas de pueblos de España, sin que por eso este noble arte floreciese como aquí (tal vez en esos otros pueblos y ciudades nadie quedó tan impresionado por pieza de tanta categoría). En todo caso podemos aceptar que la iniciativa fue seguida en nuestra ciudad por doña Angelina Parra con el manto negro de la Virgen de los Dolores, pero si comparamos esas obras con los primeros bordados que van apareciendo en los trajes de procesión desde 1885 (se puede hacer en el Archivo Municipal), veremos que ni siquiera es la misma técnica ni encontramos el mismo repertorio iconográfico. Digo desde 1885 porque en ningún grupo estrenado antes hay rastro de bordados (al menos en las fotos).
Por otra parte tampoco coincido en que todos los bordados merezcan la misma
consideración por el mero hecho de ser eso: bordados. Y me resisto a aceptar que cualquiera de los declarados BIC merezcan codearse con ninguna capa pontificial. En todo hay categorías. Por ejemplo, en el Prado, como sabe cualquier entendido en museos, solo se expone una ínfima parte de sus fondos. Hay que seleccionar, y las cofradías seleccionaron unas determinadas piezas que si sólo vinculan al 2´2% de los lorquinos, me asombra la capacidad de este pueblo para componer doses coma dos por ciento tan amplios.
Afortunadamente mis palabras no llegarán “más allá de las paretas de San Diego” para
“dar a conocer la Semana Santa de mi ciudad”, pero es que para eso, primero tendría que conocerla yo. Como consuelo me gustaría pensar que Emiliano y Cayuela estén Felices conmigo.
Gaspar J. López Ayala
Nadie.