Aquellos que no suelen pasar de las primeras páginas, o no siguen leyendo una vez que encuentran lo que les interesa para autoconvencerse, podrían entender este titular como la reivindicación de algún festivo más a la semana. Pero nada más lejos de la realidad. En este caso se trata de animar a la lectura de la obra de un maestro, en el más amplio sentido de la palabra, más allá del primer folio que debió redactar para la mejor publicación que se ha hecho en Lorca sobre nuestra Semana Santa. Quizás así nadie pueda atribuirle cosas que ni pensó ni escribió.
Por una vez, y aún a riesgo de perder visión de conjunto (riesgo que se corre haciendo lecturas someras con ideas preconcebidas) comencemos por la página 10 de “La Semana Santa de Lorca. Visión Histórica de sus Cofradías y Hermandades”, dentro del libro “Perspectivas de la Semana Santa de Lorca”: “En esta área geográfica la evangelización se produce sobre la base de particulares manifestaciones de religiosidad popular, herencia directa del culto cristiano medieval…” O sea, como en todas partes, como dice en la página 16, sin que Domingo lo relacione en ningún momento con el particular “fenómeno pasional lorquino” al que va a referirse después.
En la página 15 sitúa la “implantación y patrimonialización de las primeras cofradías penitenciales” (que son las que nos interesan), en los siglos XVI y XVII. Es decir, hay un sustrato de pietismo medieval arraigado en la fe popular, pero nada que tenga que ver con el “estas conmigo o estás contra mí”. Y volviendo a la página 16, recuerda las procesiones de disciplinantes del siglo XIV, tiempo de Frontera, si; pero no creo que se azotasen la espalda hasta sacarse sangre en rivalidad con el moro.
De todas formas, sería inútil seguir estirando el chicle de aquellas primitivas cofradías para enlazar los Desfiles Bíblico-Pasionales de Lorca con la Edad Media, porque como el propio Domingo Munuera sabe por haber leído a Espín Rael, “casi todas las cofradías de Lorca, fundadas entre los siglos XVI al XVIII, han ido extinguiéndose en el tiempo, y las que en el día subsisten carecen de estatutos, ya perdidos y olvidados, y de documentos de su fundación e historia;…” (página 85).
Entonces, ¿que nos cuenta Domingo sobre los actuales Pasos?
Pues ya lo dijo en la página 16, se produjo una “reactivación o refundación de los pasos de nazarenos”, en otro contexto y con otras motivaciones muy distintas que absolutamente nada tienen que ver con la dichosa Frontera.
Respecto a la rivalidad, dice Domingo en la página 84 que relacionarla con causas políticas “no tiene mas peso histórico que el anecdótico”, dirigiendo la lupa más hacia el protagonismo social que se ponía de manifiesto en la Octava del Corpus. Por eso, él citaba como antecedente de la rivalidad entre los Pasos lorquinos el pugilato entablado en el siglo XVIII por las cofradías sacramentales de las parroquias de San Mateo y Santiago, colaciones donde residían los “notables” de la ciudad (“Las cofradías como indicador social en la historia de Lorca” en Lorca, pasado y presente. Tomo II, pág. 75).
La Octava del Corpus se repetía la procesión saliendo de Santiago, mientras que el domingo siguiente se volvía a sacar desde la de San Mateo “el viejo”. Los dos desfiles eran organizados por las cofradías sacramentales radicadas en cada parroquia, que se denominaban respectivamente Blancos y Azules (esto no es de Domingo, es de Martínez Espín en “Etnografía de los desfiles bíblico pasionales de Lorca (Murcia)”, en Ensayos de Antropología Social y Cultural, página 30).
Ambas cofradías «se emulaban para ver cuál de ellas sacaba mejor, y con mayor brillantez, su procesión privativa», hasta el extremo de tener que intervenir las autoridades para limar asperezas entre ambas. Esta competencia será reeditada en el siglo XIX por las cofradías del Corazón de Jesús de las mismas parroquias, así como entre las de la Inmaculada o la Asociación del Escapulario Azul (Munuera en “El Corpus en Lorca”, pág. 30). Por eso decía que “Domingo más a menudo”… ¡Porque escribió más libros!
Y ya que está abierta la veda de “ocurrencias de cuñao”, una vez puesto voy a aprovechar para aportar también la mía sin cortarme un pelo (cosa harto difícil en mi caso): Habida cuenta de que desde mediados del siglo XIX el fenómeno de la rivalidad entre cofradías está constatado en diferentes puntos de la geografía nacional (varios de ellos en la Diócesis de Cartagena-Murcia como Cartagena, Caravaca y Huércal-Overa), y teniendo en cuenta las numerosas coincidencias formales que se observan allí donde se implantaron las procesiones bíblico-simbólicas, … ¿pudo la rivalidad haber formado
parte del modelo? Ahí lo dejo, que doctores tiene la Iglesia… y programas, la tele y la radio.
Gaspar J. López Ayala
Otra vez “Nadie”.
Foto: Los Auroros de Murcia